En la Patagonia argentina, muy cerca de los grandes lagos del Parque Nacional Los Alerces en la provincia de Chubut, existe un hermoso lugar llamado Trevelin, “Pueblo del Molino”.
Este pequeño y pintoresco pueblo descansa en un valle amplio y ondulado, con las montañas por el oeste y la estepa patagónica por el este. Fue colonizado hacia fines del 1800 por una comunidad galesa, que muy acertadamente lo nombró Cwn Hyfryd, “Valle Hermoso”.
El día de nuestro arribo se celebraba en el pueblo la Fiesta Cultural de la Trilla en el campo propiedad de la familia Evans. En esta celebración los descendientes de los colonos buscan revivir las formas de vestir, trabajar el campo, moler el trigo, comer y celebrar de sus abuelos.
El día de nuestro arribo se celebraba en el pueblo la Fiesta Cultural de la Trilla en el campo propiedad de la familia Evans. En esta celebración los descendientes de los colonos buscan revivir las formas de vestir, trabajar el campo, moler el trigo, comer y celebrar de sus abuelos.
Entusiasmados con la propuesta nos dirigimos hacia el capo del molino, pasando por hermosas colinas, cabañas y campos suavemente ondulados y enmarcados con la Cordillera de los Andes.
Lamentablemente llegamos para la tarde, cuando gran parte de las actividades ya habían tenido lugar: El trigo había sido segado con una trilladora a caballo y los granos estaban siendo separados de la paja por una máquina a vapor.
En el potrero de entrada al campo, junto al estacionamiento, se encontraban las yeguas que habían realizado la demostración de la trilla. Una yunta hermosa: cruza de criollo y caballo de tiro, animales de poca alzada y contextura poderosa. Estaban detrás del alambre paradas a la par mirando algo que les interesaba en el horizonte, con sus cabezas altas y su cuerpo relajado.
No pude evitar admirar su equina belleza y por supuesto me acerqué a conocerlas. “¡Hooooooolaaaaaa, hermosas!"
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7ua4BxazN9gGPHMA8nrqzm3pU5kgJDXY7V2arc5H71u41azhJa_Ubs7Q0DYB9wTBUzs7NXwn7IbFezb9pbdUGCGCYHIw_Ptu-q0CIp7BR2IvKDUYEaiYWtcINgN8Vpd3kxiK5kRtjduk/s400/DSC08072+copia-2.jpg)
En el potrero de entrada al campo, junto al estacionamiento, se encontraban las yeguas que habían realizado la demostración de la trilla. Una yunta hermosa: cruza de criollo y caballo de tiro, animales de poca alzada y contextura poderosa. Estaban detrás del alambre paradas a la par mirando algo que les interesaba en el horizonte, con sus cabezas altas y su cuerpo relajado.
No pude evitar admirar su equina belleza y por supuesto me acerqué a conocerlas. “¡Hooooooolaaaaaa, hermosas!"
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7ua4BxazN9gGPHMA8nrqzm3pU5kgJDXY7V2arc5H71u41azhJa_Ubs7Q0DYB9wTBUzs7NXwn7IbFezb9pbdUGCGCYHIw_Ptu-q0CIp7BR2IvKDUYEaiYWtcINgN8Vpd3kxiK5kRtjduk/s400/DSC08072+copia-2.jpg)
En ese paisaje idílico, de colinas de trigo dorado, arroyos cantarines y molinos de agua, yo esperaba que las yeguas pusieran su atención en mi, me dirigieran sus orejitas y se interesaran en olerme… pero, nada de eso ocurrió.
En un movimiento perfectamente coordinado, giraron sobre sus manos y me dieron la grupa; dos hermosos culos gordos, moviendo la cola con desdén, como quien ya ni ganas de espantarse las moscas tiene y siguieron con sus patas en descanso mirando el horizonte, pero del otro lado.
No pude menos que reir. ¡Que claridad de lenguaje, que simpleza!
“No nos interesa”.
Me alejé unos metros por donde había venido y con la misma displicencia, volvieron a su postura original.
Como siempre me pasa con los caballos, su lenguaje y su forma de comunicarse me lleva a reflexionar:
Si esta historia hubiera ocurrido entre personas, seguramente nos hubiéramos saludado amablemente y aún sin ningún interés habríamos entablado alguna charla de cortesía. Son pautas sociales, de diplomacia y convivencia aprendidas para vivir en una sociedad humana. Pero registramos lo que en realidad sentimos y tenemos ganas de hacer, y ¿elegimos nuestra acción por sobre la norma social?
Los adultos a menudo olvidamos que aun inmersos en un sistema social con sus normas, tenemos la libertad de elegir como relacionarnos ( y luego hacernos cargo de nuestro comportamiento)
En un movimiento perfectamente coordinado, giraron sobre sus manos y me dieron la grupa; dos hermosos culos gordos, moviendo la cola con desdén, como quien ya ni ganas de espantarse las moscas tiene y siguieron con sus patas en descanso mirando el horizonte, pero del otro lado.
No pude menos que reir. ¡Que claridad de lenguaje, que simpleza!
“No nos interesa”.
Me alejé unos metros por donde había venido y con la misma displicencia, volvieron a su postura original.
Como siempre me pasa con los caballos, su lenguaje y su forma de comunicarse me lleva a reflexionar:
Si esta historia hubiera ocurrido entre personas, seguramente nos hubiéramos saludado amablemente y aún sin ningún interés habríamos entablado alguna charla de cortesía. Son pautas sociales, de diplomacia y convivencia aprendidas para vivir en una sociedad humana. Pero registramos lo que en realidad sentimos y tenemos ganas de hacer, y ¿elegimos nuestra acción por sobre la norma social?
Y si es así: ¿para que?
Los adultos a menudo olvidamos que aun inmersos en un sistema social con sus normas, tenemos la libertad de elegir como relacionarnos ( y luego hacernos cargo de nuestro comportamiento)
Siempre tenemos la libertad del camino a tomar.
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